
Algunas catástrofes nos han permitido conocer mucho acerca de nuestros antepasados, como ocurrió en Pompeya, pero en el caso de la Domus Aurea, fue al contrario. El palacio que mandaría construir Nerón, de entre los restos calcinados de Roma, sería ocultado, olvidado y enterrado por una sociedad que se avergonzaba de él. Tal es así, que aun hoy seguimos encontrando estancias y habitaciones del que podría haber sido el mayor palacio de la Roma imperial. En este caso además ha servido para hacer cierta una leyenda, que decía que el palacio contenía una sala giratoria en la que se ofrecían banquetes. La sala parece que se inundaba, y el suelo de tarima flotante quedaba a merced de la rotación de la tierra, así pues, completaba una vuelta cada día.


Y por último, el encuentro hecho en Alemania de un eslabón perdido de la evolución, el dinosaurio que podría haber dado inicio a la aparición de las aves. Solo hay que ver la comparación de ambos cráneos.
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