martes, 4 de agosto de 2009

Giro por Italia


San Gimignano, en la Toscana.

Lejos de hablaros sobre los conocidísimos centros turísticos con los que nos deslumbra Italia, me gustaría daros a conocer otros, que pese a ser también afamados, suelen quedarse apartados de las rutas.

El primero se trata de un curioso pueblo medieval (de los pocos que pueden afirmarlo en Italia tras la explosión renacentista). San Gimignano, disfrutó durante muchísimos años de una competición curiosa, en la que los nobles y los pudientes mercaderes, rivalizaban por construir la torre más alta en sus palacios, por lo que hoy goza de un sky-line de piedra y ladrillo único en el mundo. Da gusto pasear por sus calles, aunque la cantidad de turistas por metro cuadrado, nos hace lamentar no respirar un aire más auténtico.


Catedral de Siena.

Arto conocida, Siena se distingue por su fiesta del Palio y la plaza que la acoge, pero menos conocido es su Duomo. Este templo de claro carácter Toscano, nos recuerda desde su fachada a la catedral de Florencia, pero nos sorprende de forma muy grata al entrar en ella. Un espacio más pequeño, con una sección tal vez muy esbelta, en el que la decoración se hace protagonista. Columnas y arcadas que continúan con los ritmos horizontales del exterior y un "horror bacui" bien organizado, nos harán fijar los ojos en cada detalle.

Pero no menos sorprendente es su historia. El templo comenzó su construcción con un programa muy ambicioso, pero la falta de presupuesto, hizo que lo que en principio sería el transcepto, se convirtiese en nave principal, mientras que la inconclusa nave, terminase formando parte de nuevos palacios en siglos posteriores. Un mimetismo que prolonga la iglesia más allá de sus muros, haciéndola presente desde muchos puntos de la urbe. De igual modo le dota de una planta extraña, que me hizo pensar muy mucho en la situación extraña de la cúpula del crucero (eso me pasa por no leer los folletos antes de entrar).

Costa Amalfitana.

Al sur de Nápoles, se extiende dicha costa. Las ganas de un poco de relax nos hizo buscar un pueblo costero desde el que abordar al día siguiente las ruinas de Pompeya, pero la elección resultó ser más que acertada. Escarpados montes descienden en acantilados hasta el mar, queriendo salir de nuevo en forma de pequeñas islas. En dichas escarpadas costas se acomodan pueblos de infinito encanto, con interminables cuestas e innumerables miradores. Un lugar perfecto en el que bañarse y sumergirse en el carácter Italiano más parodiado, pero no por ello, menos agradable.


Advertencia: No conducir en Nápoles ni más al sur, es otro mundo.

Montes Sibillinos.

La reunión del G8, nos hizo alejarnos de L´Aquila, para el evento anual al que asisto, pero me regaló un nuevo enclave de ensueño. El Parque Nacional de los montes Sibilinos, se encuentra en en la costa Adríatica (Este) de Italia, más o menos a la altura de Roma. Es una sierra que guarda impresionantes cortados, imnóticas cascadas y postales románticas de viejas ermitas. Adentrarse en sus sendas es garantía de naturaleza, todo tipo de deportes y sorpresas.

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