Resulta desconcertante la poca imaginativa de las empresas promotoras de vivienda en estas épocas de crisis. Muchos vimos con cierta esperanza desde la distancia de quienes aun no trabajamos, la explosión de la burbuja inmobiliaria. Esperábamos que por fin habría empresas que dedicasen sus esfuerzos a crear nuevas tipologías de vivienda que respondiesen a la real demanda de esta. Pero por desgracia la iniciativa privada no ha sabido reconducirse y solo desde la promoción pública se han dado tímidos pasos hacia respuestas eficaces. Los pisos de 30 metros fueron los más mentados, pero quedaron lejos de ser aceptados por la sociedad. ¿Cual es entonces la respuesta?
Quien más y quien menos a vivido en un piso de estudiantes, en los que hay que sortear habitaciones, pelearse por los sofás, o por el horario de cocina. Si no es así, habremos residido en el extranjero por una beca Erasmus, o por el simple hecho de trabajar algún tiempo en un nuevo país, teniendo que compartir piso para poder costearnos el día a día. O si no, tenemos un abuelo o abuela que vive sola en la antigua casa familiar, no queriendo mudarse a una residencia, pero sufriendo al tener que mantener una casa que sobrepasa sus posibilidades físicas. Todos estos casos tienen el mismo inconveniente, pues sufren una casa diseñada para una familia estándar compuesta por un matrimonio y dos o más hijos.
En este caso, ¿por qué el mercado no ofrece soluciones habiendo tanta demanda de nueva tipología de vivienda?. Parece claro que construir viviendas con el mismo tamaño de habitaciones y amplias zonas comunes, llamarían a muchos inquilinos jóvenes dispuestos a hacerse cargo del alquiler, o inmigrantes que aun no han podido formar una familia, o no la han reagrupado en España. De igual modo, pequeños apartamentos de una o dos personas adecuadas para la tercera edad y algún tipo de tutela ligera (alguien que además de portero del bloque, pudiese responder de forma adecuada ante una alerta médica), animarían a los ancianos a mudarse de la vieja casa familiar, mientras dejarían tranquilos a los preocupados hijos.
Pero no solo eso, sino que al aparecer esta nueva tipología de viviendas, haría que las actuales familiares quedasen más desocupadas, logrando con ello que los precios bajen aun más. Sigamos los ejemplos de la Torre Sharing, viviendas para estudiantes y artistas (arriba), o de los estudios realizados por Andrés Jaque (http://areche.blogspot.com/2009/08/aprendiendo-de-andres-jaque.html). Nuevas tipologías para nuevas demandas y no la omnipresente casa o piso familiar.
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