El problema del Sáhara nos avergüenza a los españoles desde 1975. En su día, la delicadísima situación de España con el dictador Franco llamando ya a Caronte para cruzar al Hades, animó al monarca Marroquí a invadir esta colonia española, disfrazando dicho acto con la Marcha Verde, mientras una muy diferente se desarrollaba al este con carros blindados. Las tropas ibéricas recibieron la orden de no actuar y así poder regresar a casa para la difícil tarea de la Transición a la democracia, que seguramente estaba ya gestando en su cabeza el entonces príncipe Juan Carlos.
Pero los marroquíes desde ese mismo día, han actuado como invasores y no como libertadores como defienden, obligando a 200 mil personas a refugiarse en diversos campos de refugiados en medio del más inhóspito desierto, sin agua, atención médica, o seguridad política alguna. Una nación sin patria, sin derechos civiles, pese a que la ONU ha insistido en numerosas ocasiones de lo irregular de la situación, animando a la celebración de un referéndum, al cual siempre se ha negado Marruecos.
Por todo ello, España ya no puede mirar para otro lado, ya no tiene escusa que le impida ejercer toda la influencia diplomática de la que disponga para poner freno a esta inhumanidad. Los pocos esfuerzos realizados por el gobierno 1996-2004 se mostraron insuficientes, e incluso dieron con el suceso del peñón de Perejil, pero desde luego, la pasividad del actual es claramente injusta, de corta "memoria histórica" y egoistamente interesada.
¡¡¡Sáhara libre!!!
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