Comparto la reflexión acerca de lo cambiante de los contextos en que se ha de diseñar la arquitectura hoy en día, pero tengo mis reservas acerca de la relación del Guggenheim y su entorno tras la reforma de la ría. Cierto es que el día en que se inauguró el museo, este conversaba con sus más inmediatos vecinos, varias instalaciones post-industriales, y que hoy ya no lo hace, tal vez solo con el puente junto al que se asienta. Pero como nos insistís en clase, ¿acaso no puede haber cambiado tan solo el plano que se debiera hacer para situarlo?.
Si los alrededores más próximos no responden al edificio debido a su cambio, tan solo hemos de pasear a lo largo del Nervión para encontrar la memoria que tiene la ría de su pasado industrial. Si el museo es un barco varado en su camino por remontar el curso fluvial, nos indica la posibilidad de hacerlo, lo mismo que un kilómetro más abajo nos lo señala el Canal de Deusto, el puente de Deusto o el de Portugalete, hoy patrimonio de la humanidad. Pero no solo eso, sino las fábricas que antes rodeaban la hondonada en la que se encuentra Bilbao, aun hoy quedan presentes en la memoria como las chimeneas de Altos Hornos de Vizcaya, la grúa de los astilleros Eskalduna y otra serie de vestigios.Otra reflexión posible es la de que los edificios capturan la esencia del momento en que se conciben, quedando reflejado el carácter del lugar en ese preciso instante, puesto que las reflexiones sobre el Guggenheim, deberían ser extensibles al palacio Euskalduna, el cual sufre de la misma problemática. Pero tal vez sin pretenderlo, han creado un vínculo entre ellos, manteniendo un diálogo en titanio y acero cortén.
Dicho lo cual, ¿acaso el plano de situación del auditorio de Koolhass en Oporto no debería pasar a ser todo Portugal?, si no lo es ya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario