viernes, 3 de abril de 2009

Lenguaje en la arquitectura










Museo Guggenheim de Bilbao y Disney Hall Theatre de Los Angeles, ambas obras de Frank O. Gehry.

En arquitectura el lenguaje se entiende como aquellos signos, formas, recursos e incluso decoraciones que aglutinan a un tipo de edificios. Los más conocidos son el clásico: con sus órdenes dórico, jónico y corintio, el gótico tan común en nuestras iglesias, el románico... pero también los modernismos como el art nouveau. En general, todos aquellos edificios que cumplen una serie de características, en su mayoría decorativas, que con el paso de los años han ido desapareciendo, pues el arquitecto descubre que con gestos propios y únicos de la arquitectura, es capaz de desarrollar obras de igual o mejor condición, que siguiendo órdenes decorativos que le distraen de su fin.

Pero curiosamente, pese a la libertad de la que disponemos, algunos de los arquitectos de mayor renombre están desarrollando un lenguaje propio que los diferencia de los demás. No es como antaño en donde un lenguaje se imponía por moda, o por imposibilidad de otro desarrollo como en la edad media, a cualquier otra opción, sino que se trata de una firma, una forma de diferenciarse, de ser reconocido y admirado.

Me ocurrió en El Ciego (Alava) en donde Gehry ha construido un complejo hotelero y bodeguero. Visitando el edificio, nos preguntaron a la entrada un matrimonio si sabíamos si tenía algo que ver con el Guggenheim, hasta tal punto es diferenciable la obra del arquitecto canadiense, que un humilde matrimonio no conociendo nada más de él, podía distinguir una firma característica en el diseño, un lenguaje propio.

Lo mismo que con Gehry nos puede pasar con Calatrava, cuyas estructuras blancas, con columnas y costillares que andan entre los estilos góticos y modernistas de Gaudí, suponen una firma y un lenguaje propio que le distraen de lo funcional... la forma sobre la utílitas... lo que conduce a que le re-diseñe un estudio canadiense el interior del auditorio de Tenerife (izquierda), para poder tener una acústica propia de ese espacio. Antes, Higini Arau, el inventor de la ciencia acústica y más reputado ingeniero en la materia, había rechazado con buen criterio trabajar con el valenciano: "debería haber cambiado tanto el diseño de Calatrava, que hubiese perdido su sentido inicial y yo no soy arquitecto como para valorar lo correcto".

De igual modo, muchos afamados profesionales se sirven de los mismos recursos de forma repetida, lo cual no conforma en si un lenguaje, sino que se trata de experiencias adquiridas, de gesto naturales surgidos de años de diseñar. Pienso en mi admirado Moneo, al cual le detecto gestos una y otra vez y no por ello mal usados, sino al contrario, la experiencia le ha demostrado que la colocación de una vidriera formada por piezas en horizontal, le puede dar resultado. De igual modo, una serie de "brechas" también horizontales en torno a sus fachadas de ladrillo, le ayudan a componer los alzados y aportan cierto ritmo.










Por último, quería hacer mención a las actuales modas, que muchas veces sin querer, nos marcan un estilo e incluso conato de lenguaje en nuestro tiempo, pese a no ser capaces de advertirlo en muchos casos. Los forjados contínuos de Koolhaas o FOA, son un claro ejemplo, pero tal vez el más perceptible para el mundo no letrado en la materia, serían los huecos verticales que componen hoy en día nuestras fachadas de vivienda en altura. Esta moda traída de Holanda ha calado a fondo en todo el mundo y no es nada extraño ver estas disposiciones de ventanas en todas las nuevas barriadas que se conforman en nuestras ciudades. No dejan de ser modas de diseño y composición, y me atrevo a decir que incluso han creado un pseudo-lenguaje del que pocos nos vemos exentos... a mi personalmente me encanta.

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