En octubre de 2003, el artista danés deslumbró al mundo con esta magnífica y megalómana instalación en la sala de turbinas de la Tate Modern de Londres, lugar tradicional y siempre de actualidad para este tipo de actuaciones artísticas.
Por desgracia no me he enterado hasta hoy de tan extraordinaria obra, pero nunca es tarde si la dicha es buena. Como vemos en la imagen, la sala queda dominada por un sol cercano al ocaso, que inunda la estancia de su luz amarillenta y molesta, democratizando todos los colores, haciéndolos imperceptibles.
Pero sin duda, lo que más me asombra es el espejo. Si, aunque no lo parezca, la sala tiene por techo un espejo que nos cambia completamente la percepción del espacio y que ayuda a entender el astro rey diseñado por el danés. Dicho espejo pasa justo por el centro del sol, estando este conformado por un semicírculo luminoso y su reflejo, ubicándose entonces, siempre a la altura idónea para nuestro ojo "engañado". Pero mejor aun, confiere a la nave una proporción perfecta, mucho más adecuada, en mi opinión, que la que realmente posee, a lo que ayuda definitivamente los elementos estructurales verticales y las pasarelas y balconadas horizonatales.
Recuerdo que un profesor comentó en clase hace algún tiempo, que si trasplantásemos la Unidad de Habitación de Le Corbusier al espacio público de la Galería de los Uffici de Florencia, veríamos que esta encaja perfectamente... fue su forma original de resaltar la magnífica proporción del espacio de la ciudad Toscana. Me gustaría saber qué grandes cosas se podrían hacer con las proporciones que aparenta tener la sala de turbinas con esta instalación, o si estas serían las mismas sin el sol dominando nuestra atención.
No dejéis de visitar la página del artista en donde veréis interesantísimas fotos.
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