Plaza de toros de Ronda (1785). Arq: Martín de Aldehuela. Foto
Pocos casos en la arquitectura responden tan bién a un "Tipo", como lo hacen las plazas de toros. Herederas tal vez de los anfiteatros romanos, estas "arenas", han evolucionado junto con el espectáculo que se representa en ellas.
La tradición taurina moderna parece venir de la edad media, época en la que sobre todo hombres de a caballo, mostraban su destreza sobre las monturas. Tal era esa tradición, que durante el reinado de Felipe II se instaura como parte del entrenamiento del jinete los ejercicios con toros. Por aquel entonces, las corridas se empiezan a celebrar en las nuevas plazas mayores que se están contruyendo en España, como la de Madrid. Hoy encontramos testimonio de ello en la plaza de los Fueros de mi ciudad, Tudela, en la que vemos escenas taurinas, o la plaza de la constitución de San Sebastián, donde aun se conserva la numeración de los balcones para su arrendamiento los días de festejo.
Pero poco a poco los nobles a caballo van cediendo protagonismo a los primeros "profesionales" de este arte, empezando en el siglo XVIII a tomar más relevancia los toreros a pié, junto con el comienzo de la reglamentación de la corrida. Es por eso, que los recintos que han de acoger el espectáculo también han de cambiar, dándose las primeras plazas de toros como la de Ronda, ya especializadas y dedicadas en exclusiva a los toros.
Ya en 1785 esta arena de Ronda posee todas las características que estos recintos tienen hoy en día. Un ruedo circular delimitado por una barrera perimetral que se abre en burladeros donde refugiarse de los morlacos, un callejón por el que se mueven los actores y un graderío, que en este caso y según los expertos, parece inspirado en el patio circular del palacio de Carlos I en la Alhambra de Granada.
Y hasta estos últimos años esto no había cambiado, manteniendo las plazas esta estructura inquebrantable. Pero estos recintos ya no son rentables solo con la celebración de festejos, sino que la mayoría de ellos logran alcanzar beneficios con acontecimientos de toda índole, sobre todo musicales. Por ello se empiezan a cubrir, o a disponer de forma más efectiva. Uno de los ejemplos es la futura plaza de toros de Blanca, en Murcia, de Manuel Pérez Romero.
Este proyecto busca optimizar el recinto para las múltiples funciones a las que se destinará, alzando uno de los tendidos mas que los demás, favoreciendo que existan más plazas de sombra y al mismo tiempo, que se pierdan el mínimo número de asientos cuando se destine a conciertos. La plaza desde su interior mantiene una estructura circular característica y exigida por el reglamento de la lidia, mientras que su exterior rompe con ella en planta baja para unificar los espacios de toriles, cafeterías y tiendas. Una primera variación del característico "tipo" arquitectónico que define estos edificios.
Plaza de toros de Arnedo, La rioja. Arq: AWEN Arquitectos y Sergio Hernández.
Se trata de una plaza poco convencional que apuesta por una composición de sólidos atrevida. De dentro hacia afuera, el proyecto parte de un núcleo central y hermético: el ruedo. Hay que tener en cuenta que el mundo taurino tiene unas normas muy rígidas, como comentan los arquitectos.
A medida que nos alejamos del centro, el volumen se irá descomponiendo y compartimentando en un anillo perimetral y permeable que contrasta con la arquitectura del ruedo y que albergará el resto del programa. Será la imagen de la plaza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario