Esa fue la pregunta que le mandaba su hermana desde una Francia acosada por la guerra. Una difícil respuesta para la fotógrafa que era capaz de ver todas las caras de una deslumbrante ciudad, pero que sin embargo supo responder con la imagen arriba mostrada. Como diría la autora, un collage naturalmente formado en el vidrio de aquella tienda, en el que se aprecian los fastuosos comercios, los adinerados transeúntes que los regentan y lo espectacular de la escala arquitectónica.
Al margen de su maestría a la hora de retratar a los desheredados del sueño americano, la artista destaca por su faceta de profesora. En su labor docente solía imperar una frase: “dispara la foto cuando la imagen te haga daño en las tripas”.
Hoy podemos ver una exposición suya en Madrid, en la fundación Mapfre.
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